Sin duda alguna, por lo que leo últimamente -menos de lo que quisiera-, ciertamente nos encontramos en un callejón sin salida.
Los que nos preceden en edad siguen enrocados en posiciones que, poco a poco, van esclerotizándose y no porque sus discursos hayan dejado de tener vigencia sino porque no se desarrollan de la manera adecuada.
Hay, por otro lado, otro discurso que, a estas alturas de la película, deja de tener sentido y es reflejo de un temor al vacío. Deben defender la españolidad de nuestra literatura -me pregunto, ¿si lo es, para qué cuestionarlo?- con ecos menendezpelayanos -Mircea Eliade, en su Diario portugués, define de manera exacta al polígrafo español-.
De todas maneras se trata únicamente de palabras y las palabras van cayendo en el vacío porque no se siembra. Quienes deberían hacerlo están demasiado preocupados en pasar a la posteridad. Por lo menos, que tengan fundamento se les pide.
8.5.07
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