25.7.06

Una mirada sobre Unamuno

Durante el fin de año, una amiga discutía conmigo acerca de la "verdad absoluta" de las afirmaciones en literatura. No hay verdad alguna, venía a decirme, exaltados como estábamos en una noche como aquella, y todo depende de cómo se realice la lectura. Me pareció, y aún me parece, increíble aquella afirmación viniendo de quien venía. Considero, después de haber profundizado en el siglo XIX, que las lecturas cuando son superficiales son cuestionables; en muchas ocasiones, ante la rotundidad de los documentos aportados, difícilmente se podría cuestionar una afirmación.

Todo esto viene a propósito del libro de Bruno Pérez Unamuno. Una interpretación cultural de Canarias, editado por el Cabildo de Gran Canaria, a través de la Casa-Museo Tomás Morales. Hay que agradecer a la institución que hay tenido el valor de sacar a la luz un libro que no dejará de causar polémica, lo que, a mi juicio, es todo un acierto: demuestra que la labor cultural que se está desarrollando no pasa desapercibida y que genera debate. Creo, además, que el libro es uno de los mejores documentos para mostrar que los estudios culturales insulares están en un inmejorable momento. Se trata de un texto que se convertirá en un referente para quienes quieran acercarse al Unamuno auténtico. Porque, y he ahí el principal problema, en las Islas el escritor no dejó a priori más huella que aquella fotografía junto a los principales intelectuales grancanarios de la época y las composiciones de su libro De Fuerteventura a París.

Bruno Pérez ofrece una lectura que había sido insinuada por otros autores, pero que con esta publicación dota de carácter académico: Unamuno penetró la realidad de Fuerteventura y construyó su discurso con los elementos propios de la tradición literaria insular, es decir, que acabó asumiendo una tradición ajena como propia. Lo diremos por activa y por pasiva. Además, Unamuno ejerció una influencia efectiva en la literatura canaria, sobre todo en Agustín Espinosa. Supo ver más allá de los elementos que formaban parte de la realidad de Fuerteventura y, lo que resulta más importante, supo dotar de una mitología conductora la isla. La isla se convirtió en el refugio del caballero de la triste figura, como Lanzarote fue el último refugio del esforzado Lancelot.Hasta la fecha, no se le ha visto originalidad al texto de Espinosa más que en las Islas y...

Y ése es tal vez el gran problema de estas Islas, que sólo poseen valor en tanto el otro nos lo concede. De ahí que opte por obviar, y creo que muchos deberían comenzar a hacerlo, aquella famosa afirmación de Juan Manuel Trujillo y comenzar a trabajar sin tener en cuenta críticas infundadas...